La creación de una identidad falsa, utilizando cambios en la modulación de la voz y en el aspecto físico, fue la clave para cautivar a los hombres que cayeron en el engaño mediante lo que se conoce como catfishing.
Las imágenes y videos de Jiao -un hombre chino de 38 años que, haciéndose llamar «Sister Hong», se disfrazó de mujer para engañar a más de 230 hombres para concretar encuentros íntimos- aparentemente “desinteresados”- han dado la vuelta al mundo.
Según Martina López, investigadora en Seguridad Informática de ESET Latinoamérica, esto es una prueba catfishing, donde la creación de una identidad falsa, los cambios en el aspecto físico y la modulación de la voz fueron claves para que Sister Hong atrajera a los hombres que cayeron en sus redes tras contactarlos mediante aplicaciones de citas.
Además de peluca y maquillaje, Jiao usaba filtros para cambiar su apariencia, logrando así que el engaño fuera más creíble. Al llegar a su hogar los hombres eran grabados sin su consentimiento y, luego, estos materiales audiovisuales eran vendidos por Jiao en grupos privados que él mismo administraba.
Pero ese contenido no solo quedó allí, ya que cientos de imágenes y videos (muchos explícitos) se viralizaron en las redes sociales en todo el mundo e, incluso, se crearon memes que navegan por todo Internet.
“El caso de Sister Hong nos expone conclusiones importantes en ciberseguridad, ya que es un ejemplo clave de cómo podemos ser expuestos sin darnos cuenta. En China existe una ley de Protección de la Información Personal que estipula como delito, entre otros, grabar actos sexuales sin el permiso de la otra persona. Hablamos de una acción grave y por eso esta persona hoy está detenida. Pero se destapa una realidad que no solo se vive en ese país, sino en todo el mundo: hay un mal y peligroso uso de la tecnología”, comenta Martina López.
Una vez en Internet, siempre en Internet
Los testimonios de las víctimas de «Sister Hong» dieron cuenta del daño que puede causar la difusión de las imágenes privadas de una persona. Y es que aunque se eliminen las fotos y videos que subimos a Internet, esto ya dejó una huella permanente en la red.
“Es difícil que en Internet no quede registro de un contenido publicado. Volviendo al ejemplo de Sister Hong, desde que se conoció el caso existen millones de fotografías, videos y memes que circulan por todo la red. Desde publicaciones en Instagram, X y TikToK, donde además se ha visto contenido explícito en una plataforma que también es consumida por menores de edad. Por ello, es de suma importancia la acción de padres y cuidadores para evitar que este tipo de contenido llegue a los más pequeños”, dice la investigadora de ESET Latinoamérica.

¿Sabes por qué una foto o un video no se elimina completamente de Internet? En ESET lo explican:
Capturas de pantalla y descargas. La masividad, instantaneidad y facilidad de guardado, hace que usuarios en distintas plataformas puedan almacenar contenido audiovisual en pocos segundos, antes de que sean eliminadas del sitio original.
Reenvíos masivos. Luego de la difusión de un material, puede existir un reenvío masivo hacia otras cuentas y plataformas a una velocidad que es imposible de controlar. Exactamente como ocurrió con los materiales de Sister Hong.
Copias en servidores de terceros. En muchos casos, los videos e imágenes pueden quedar alojados en sitios webs, servidores espejos o plataformas anónimas donde no hay posibilidad de ejercer un control para que sean eliminados.
Indexación en motores de búsqueda. Aunque el contenido original sea eliminado, los buscadores pueden conservarlo en su caché o historial por un tiempo indefinido.
“Antes de compartir una imagen privada, aunque creamos que es un entorno seguro, hay que estar conscientes de que, al usar una plataforma en Internet, dejará una huella para siempre. En medio de una convulsionada era digital, se vuelve imprescindible ser ciudadanos activos en seguridad digital para construir una cultura responsable, lo que implicaría habilitar o reformular leyes que generen un impacto importante en la difusión de contenido personal”, finaliza la experta.
Los contenidos con connotación sexual divulgados sin el consentimiento de una persona constituye una violación a la privacidad a nivel mundial y generan daños muy significativos e irreversibles en las víctimas.
Los 237 hombres que vieron su intimidad difundida no son las únicas víctimas en el mundo. Miles de personas, incluidos niños, han atravesado o experimentan una situación similar por el uso indebido y malicioso de las redes sociales, aplicaciones de citas y de las tecnologías.