Para mejorar su eficiencia y productividad, el rubro minero sigue apostando por la automatización de procesos. Sin embargo, de los cuadrúpedos saltó a los bípedos, para facilitar aún más el acceso a terrenos complejos.
En cada feria minera los perros robots encantan a las personas. Y, cómo no, si se mueven con tanta gracia. Sin embargo, su característica más importante no es esa, sino su automatización. Estos equipos tienen la capacidad de desplazarse en terrenos irregulares , facilitando las tareas exploratorias y de visibilidad.
Pero, los cuadrúpedos no fueron suficientes para una industria dinámica como la minera, que ahora le abre paso a los bípedos. Debido a su estructura, los androides pueden llegar a lugares donde los perros robots no pueden. «Eso es lo que se está trabajando ahora en la automatización», asegura Claudio Soto, director de la vertical de Minería e Industria de Coasin Logicalis.

Una máquina de cuatro patas puede llegar hasta aproximadamente los 50 centímetros de alto y en el caso de que tenga una cámara anexada, a los 80 cms. En tanto, el androide alcanza cerca del doble de altura, sobre los 1.60 metros, donde están los LEDs y los indicadores que se deben leer posterior a una explosión.
“Al entrar a una subestación eléctrica, suele haber problemas eléctricos o de explosiones. Ahí los lectores están a 1.60 mts, por lo que los ‘perros’ sirven de poco”, explica el especialista de Coasin Logicalis.
Además de tener una configuración humana, estas maquinarias también están incorporando “cerebros”, gracias a la aplicación de la IA. “Dadas sus capacidades, se les está integrando mayor procesamiento y, por ende, van a poder generar inteligencias artificiales cada vez más complejas”, añade Claudio Soto.
Automatización sobre ruedas
La automatización también se está tomando los vehículos en la industria. De hecho, cada vez están siendo más los camiones autónomos, que, a diferencia de los perros y los androides, son para las tareas de transporte, principalmente.
Asimismo, los troles, que son eléctricos, conllevan un ahorro significativo de costos, pero, además, una mejora sustantiva en los estándares de seguridad de las minas. «Los programas están hechos para que en el caso de perder la conectividad, el vehículo se detenga inmediatamente», destaca Claudio Soto.