Según indica el primer «Catastro Nacional de Plantas y Proyectos de Desalinización de Agua de Mar», publicado en 2023, en Chile operan 22 plantas de desalinización que se traducen en 8.200 lt/s de capacidad. Pero, ¿cuál es el costo asociado a la energía en este tipo de proyectos hídricos?
El investigador de Solar Energy Research Center (SERC Chile), doctor en Química Ricardo Salazar González considera que el costo energético de la desalinización es una consideración crucial, debido a que puede afectar en la viabilidad y sostenibilidad de los proyectos: “La desalinización, generalmente se realiza a través de métodos como la ósmosis inversa o la destilación térmica, ambos intensivos en energía”.
Un ejemplo de esto es el uso energético de las plantas desaladoras de ósmosis inversa, la cual -según algunos estudios- “consumen aproximadamente 4,5 kWh de energía eléctrica y pueden emitir hasta 4 kg de CO2 en el proceso”. En este contexto, los valores de desalinización pueden alcanzar costes de entre 1 y 1,5 USD/m3, explica Salazar.
Pero ¿cómo funciona el sistema? «La energía solar se utiliza para alimentar bombas y los sistemas de ósmosis inversa. La ósmosis inversa es un proceso que impulsa el agua salada a través de una membrana semipermeable para separar las sales y otras impurezas, dejando agua dulce. Así, todo el consumo eléctrico podría provenir desde sistemas fotovoltaicos», dice el especialista.
Fuente sostenible
El investigador de SERC Chile señala que las energías renovables, especialmente, la solar, es una opción atractiva para la desalinización, por varias razones. La primera es la independencia energética: “Al ser una fuente de energía limpia y renovable, su uso en la desalinización ayuda a reducir la dependencia de fuentes de energía no renovables y contribuye a la sostenibilidad ambiental”, comenta.
La segunda razón es que la mayoría de las regiones que requiere desalinización, como sucede en áreas costeras con escasez de agua, suele recibir una cantidad significativa de luz solar lo que la convierte en una fuente de energía indicada para implementar plantas desaladoras.
La tercera, responde a la necesidad de disminuir los costos operativos a largo plazo, en comparación con otras fuentes de energía. Y, por último, «la energía solar puede proporcionar una fuente de energía local, lo que significa que las instalaciones de desalinización pueden volverse más independientes desde el punto de vista energético», señala.
Resiliencia de las operaciones
En esta línea, el académico destaca que el enfoque sostenible contribuye a la mitigación del cambio climático al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y disminuir la dependencia de recursos no renovables como el petróleo y el gas. «La innovación en este campo estimula el desarrollo de tecnologías más eficientes y respetuosas con el medio ambiente», afirma.
Asimismo, la energía limpia contribuye al bienestar a largo plazo de las comunidades, como también al de industrias más relevantes del país como la minera, donde la implementación de la energía solar y plantas desaladoras juega un papel clave en la reducción de la huella ambiental.
«Este enfoque no solo disminuye los costos operativos y la dependencia de recursos no renovables, sino que también fortalece la resiliencia de las operaciones mineras ante eventos climáticos extremos, como sequías”. Junto con “impulsar la innovación y el desarrollo tecnológico, esta combinación de agua de mar y energía solar tiene el potencial de remodelar la industria minera, estableciendo un paradigma más sostenible y eficiente”, concluye el investigador de SERC Chile, Ricardo Salazar.