Dra. Nicole Uslar Valle
Directora Departamento de Recursos Hídricos
Facultad de Ingeniería Agrícola
Universidad de Concepción
Los conflictos en torno al agua han ido aumentando, tanto como el tipo de problemáticas que varía en cada territorio. Por ello, es muy importante tener presente el bien común y la mirada intersectorial al momento de abordar problemáticas y conflictos que se presentan cada vez con mayor frecuencia, debido a la escasez. Esto es, que cada usuario tenga presente los distintos usos de este recurso en la cuenca.
Debemos ser capaces de reconocer el rol del agua en la agricultura, que representa un uso consuntivo para la producción de alimentos; la necesidad del abastecimiento de agua potable, que en algunos sectores rurales se debe distribuir a través de camiones aljibe; la importancia de mantener lugares donde se desarrolla actividad turística y recreativa en torno al agua; el imperativo de la preservación de especies y el equilibrio ecológico; y la relevancia de la generación hidroeléctrica y la actividad industrial. Todos estos sectores representan actividades productivas, generación de empleo y otras actividades económicas indirectamente relacionadas.
Así, entonces, resulta indispensable planificar, gestionar y administrar el uso del agua de manera integral, abarcando todos los sectores involucrados. Por eso, es importante socializar los intereses de cada sector, compartir experiencias, mantener el objetivo en el bien común, valorando cada uno el aporte del otro. En este contexto, es clave recoger y aprender de las experiencias organizacionales para compartirlos con los otros. Y es ahí donde el sector público debe cumplir un rol técnico, facilitador y mediador.
Para afrontar los nuevos escenarios climáticos el gran desafío es contar con información territorial de los distintos usuarios de cada cuenca, el tipo de uso, los efectos sobre el uso, la disponibilidad de agua, la distribución de población, los lugares protegidos, las fuentes de agua, las actividades comerciales, entre muchos otros.
La vocación agroalimentaria del país es, sin duda, una presión y una oportunidad de hacer proyectos que aseguren el cumplimiento de estos objetivos de una manera sostenible en el tiempo, tomando en cuenta la tremenda dependencia que tiene la producción de alimentos con el agua.