El estudio analiza la forma en que se organizan las plantas en climas áridos y semiáridos, tales como la zona norte de la ciudad de Santiago. Los resultados aparecieron hoy en la revista Scientific Report.
Estamos viviendo la peor sequía de nuestra historia. Pero un grupo de científicos del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, del Instituto Milenio de Óptica MIRO y de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica) han dado un nuevo paso en el análisis de la “autoorganización de las plantas caracterizados por grupos de vegetación que se alejan generando patrones (objetos o formas que se van repitiendo) adaptativos que optimizan los recursos”, así lo explica el Doctor Marcel Clerc.
Como consecuencia de la falta de agua y nutrientes “las plantas compiten entre ellas por medio de exhibir una gran red de raíces. Nosotros mostramos teóricamente un nuevo mecanismo. La teoría, hasta ahora señalaba que las plantas se organizaban bajo la llamada longitud característica, que se determinaba por elementos del medio ambiente tales como la temperatura, humedad, nutrientes en la tierra, etc”, continúa el también Subdirector de MIRO.
La clave está en la tierra
“En nuestro modelo, también influye la densidad de las plantas (biomasa), puesto que si esta aumenta o disminuye, se observan estructuras de autoorganización completamente diferentes, lo cual muestra que la vegetación es más flexible a poder adaptarse a cambios que lo que se había establecido antes de nuestro trabajo”. Por tanto, el próximo paso de esta investigación será establecer un diagrama de las diferentes estructuras, las que el grupo espera verificar por medio de observaciones de campo.
Comprender cómo las plantas se auto-organizan “nos puede permitir acceder a mejores estrategias de agricultura en climas con condiciones más extremas. Por ejemplo, en el norte de Chile, en el desierto de Atacama la planta “Tillandsia landbeckii” domina la región, en las laderas cordillera de la costa se auto-organizan con estructuras tipo paredes (rayas tipo cebra) y ello optimiza el uso el agua provenientes de las garúas, lo que de paso evita que tengan que competir entre ellas. Si logramos aprender más de esto nos encantaría reunirnos con expertos en agronomía y – tal vez- podamos añadir una gota de ayuda para enfrentar la terrible sequía que azota nuestro país”, concluye Clerc.
Los resultados de este trabajo están publicados en la revista Scientific Report bajo el título “On the repulsive interaction between localised vegetation patches in scarce environments”, donde además participaron Ernesto Berríos, primer auto del paper y estudiante del Doctorado en Física de la Universidad Manchester (Inglaterra); Daniel Escaff, profesor asociado de la Universidad de los Andes; Camila Sandivari, graduada del pre-grado del DFI, quien realizó su práctica de verano en este equipo; y Mustapha Tlidi de la Universidad Libre de Bruselas (Bélgica).