Por Marco F. Gallegos, académico del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la Universidad del Bío-Bío
No hace mucho se pensaba que los terremotos y sus terribles consecuencias en los centros urbanos eran producto del capricho de los dioses y que su mitigación dependía de las plegarias de los mortales más que de la aplicación racional de principios científicos e ingenieriles.
Afortunadamente, hoy existen conceptos y procedimientos bien establecidos y herramientas en continuo desarrollo que nos permiten, no solo entender el fenómeno sísmico, sino también que los ingenieros analicen y diseñen estructuras resistentes a terremotos, con el fin de mitigar los daños asociados y el número de personas afectadas.
El diseño sismorresistente chileno ha ganado buena reputación a nivel mundial luego de los terremotos de 2010, 2014 y 2015, con pocos edificios dañados y un reducido número de colapsos.
Sin embargo, otros países de la región y el mundo no cuentan con la misma suerte. El pasado 8 de septiembre, un sismo de magnitud 6.8, azotó la región centro-occidental de Marruecos, destruyendo variada infraestructura y causando miles de muertes. Las causas de estas pérdidas catastróficas están asociadas a factores naturales propios del evento como a factores humanos.
Por un lado, el evento sísmico se produjo a poca profundidad bajo la superficie, 26 km aproximadamente, según el USGS de Estados Unidos, y su epicentro se localizó muy cerca de ciudades como Marrakech y Agadir. Pero, por otro lado, el país no había sufrido un evento sísmico semejante hace más de un siglo, lo que hizo que ingenieros y autoridades olvidasen el hecho de que se encontraban asentados sobre un área de importante amenaza sísmica, con capacidad de generar sacudidas potencialmente severas del terreno solicitando a estructuras con un deficiente o nulo diseño sismorresistente.
Un aspecto relevante en el buen diseño estructural es la correcta caracterización del suelo de fundación, es decir el material sobre el cual un edificio se soporta. Esto se refiere a la determinación de las propiedades del suelo mediante ensayos in situ o en laboratorio, dando una noción de su comportamiento futuro ante cargas estáticas o dinámicas como un terremoto.
Aunque se sabe que un suelo con pobres propiedades es vulnerable y podría ser un mal soporte para un edificio, proyectos habitacionales emplazados sobre suelos poco competentes han proliferado en los últimos años.
El tema ha cobrado ahora vigencia luego de ver un conjunto de edificios en riesgo de derruirse tras la ocurrencia de dos socavones en el campo dunar de Concón en Viña del Mar. Los socavones, ocurridos entre el 22 de agosto y el 11 de septiembre, son producto del colapso de un colector de aguas lluvia que cedió ante las fuertes precipitaciones de este invierno. El agua saturó el suelo y lavó el material suelto de la duna lo que, sumado a la pronunciada pendiente, restó capacidad de soporte. Aunque se siguen evaluando las causas detalladas del fenómeno, la sociedad se pregunta si podemos evitar estos desastres.
Si bien la respuesta breve es ‘sí, es posible’, su implementación puede ser compleja y prolongada, ya que involucra una serie de actores y con costos asociados no menores. Por ejemplo, para los edificios en Viña del Mar, una planificación y ordenamiento urbano adecuados 30 años atrás por parte de la municipalidad hubiese impedido iniciar la construcción de edificios sobre el campo dunar en primer lugar. Las dunas costeras, que pueden tener miles de años, son una pieza en la conservación de los ecosistemas playeros desde el punto de vista ecológico, además de ofrecer un valor paisajístico incomparable.
Ahora que los socavones se formaron, los trabajos de sostenimiento requerirán de ingeniería avanzada para intentar evitar nuevos desprendimientos y la reposición con material competente, con grandes inversiones que -hasta el momento- no está claro quién debe asumir.
Finalmente, la tarea más compleja, será mantener la estabilidad de las edificaciones cercanas ante la amenaza de nuevas precipitaciones y sobre todo ante la ocurrencia de un sismo. Chile es uno de los países más sísmicos del mundo debido al tamaño y recurrencia de sus terremotos, por lo cual un sismo importante dentro de los próximos años es posible.
Si bien la filosofía de diseño sísmico de edificios es evitar el colapso ante eventos extraordinarios, hoy en día la sociedad exige mayores niveles de desempeño no solo para evitar la pérdida de personas, sino también para la protección de sus propiedades e inversiones, algo que para los residentes de los edificios en Viña del Mar resulta hoy imperioso.